Entre los ácidos grasos saturados, monoinsaturados (omega 9) y poliinsaturados (omega 3 y 6), estos últimos solo son sintetizados por el organismo en una cantidad ínfima: ¡una ingesta alimentaria suficiente es esencial para el buen funcionamiento del organismo! El cerebro, de hecho, está compuesto en un 60% de ácidos grasos, de los cuales el 70% son omega 3.
Los omega 3 y omega 9 son antiinflamatorios, mientras que los omega 6, consumidos en exceso, son proinflamatorios. ¡Los omega 3 y omega 6 compiten entre sí porque utilizan las mismas enzimas para ser degradados!
Sin embargo, la alimentación occidental está desequilibrada: es demasiado rica en omega 6. Si la proporción ideal es de 1/4 de omega 3 por 3/4 de omega 6, la mayoría de las personas están más cerca de 1/20 de omega 3, o incluso menos. Esto impide la correcta degradación de los omega 3, dejando la puerta abierta a trastornos digestivos, nerviosos, cardiovasculares e inmunitarios, y a un aumento del riesgo de enfermedades neurodegenerativas y autoinmunes.
Entonces, ¿cómo asegurar un equilibrio óptimo?
Algunos pilares:
- las algas
- las semillas germinadas
- el chufa
- las semillas de chía
... ¡y el consumo diario de aceites variados!
¿La cantidad ideal? 4 cucharadas de aceite al día. Por ejemplo, 2 cucharadas de aceite de oliva para los omega 9, y 2 cucharadas de un aceite rico en omega 3 como el aceite de linaza, un verdadero concentrado de omega 3 (50% para 18% de omega 9 y solo 15% de omega 6), y el aceite de cáñamo (20% de omega 3 para 60% de omega 6 y 12% de omega 9). Otros aceites (nuez, perilla, camelina, colza, germen de trigo...) también te aportarán sus beneficios y sabores únicos. También te permitirán asegurar una ingesta considerable de vitamina E, que protege nuestras células contra el estrés oxidativo y actúa en sinergia con la vitamina C. ¡Evita a toda costa las margarinas, cuyas grasas hidrogenadas tienen efectos perjudiciales en las arterias!
¡Importante!
Estos aceites deben consumirse crudos para no destruir los omega 3. Como recordatorio, solo el aceite de oliva soporta el calor sin deteriorarse, ya que los omega 9 son mucho menos sensibles... Los aceites de girasol y cacahuete son demasiado ricos en omega 6, y el aceite de coco debe consumirse con moderación debido a su contenido en ácidos grasos saturados, cuyo exceso aumenta la rigidez de las membranas, disminuye la transmisión nerviosa y hormonal, y ralentiza la circulación linfática.
Elige aceites vírgenes de primera presión en frío, extraídos preferentemente mediante procesos artesanales.
¡Atención, estos aceites son muy sensibles a la oxidación! Es conveniente comprarlos en un envase opaco y protegerlos del aire y la luz. Después de abrirlos, consérvalos en un lugar fresco, en la parte baja del refrigerador y consúmelos en un plazo de 2 meses para evitar cualquier riesgo de ranciedad.