Es importante notar que nuestros hábitos alimenticios contribuyen a "especializar" nuestra flora intestinal. Así, la de un vegetariano no será idéntica a la de un omnívoro.
Una mala digestión por «x» razones puede ser la causa de deficiencias nutricionales, incluso si la alimentación es saludable con comidas equilibradas y adaptadas cualitativa y cuantitativamente a las necesidades reales de un individuo en particular.
La importancia de la flora intestinal y su adaptación
A veces se observan síntomas como la caída del cabello, desmineralizaciones profundas con su cortejo de síntomas, pérdida de peso, diarrea, estreñimiento.
Todo esto a menudo no es más que la ilustración de errores relacionados con la fisiología digestiva.
Estos síntomas a menudo se interpretan erróneamente como supuestas crisis de desintoxicación. En realidad, esto ilustra con frecuencia trastornos de la flora intestinal - disbiosis y estado inflamatorio de la mucosa digestiva - con su cortejo de consecuencias (dolores o síntomas) en el organismo.
A veces también es la expresión de un desequilibrio en la dieta (falta de esto o exceso de aquello).
Las digestiones crónicamente laboriosas (hinchazón, acidez, reflujo gástrico, gases...) pueden ser la causa de una intoxicación permanente del organismo, consecuencia de importantes fermentaciones y putrefacciones intestinales.
Los vegetarianos, veganos, crudívoros o veganos son a veces verdaderas "fábricas de gas ambulantes". De hecho, se pueden producir grandes cantidades de alcohol en el organismo y padecer cirrosis hepática sin beber ni una sola gota de alcohol a diario.
Por otra parte, los trastornos digestivos crónicos también son la causa de una toxilinfemia (intoxicación de la sangre y de la linfa) debido a la alteración del bolo alimenticio y al desequilibrio de la flora intestinal. Esta situación puede ser el origen de patologías de eliminación como el acné, el eccema, etc.
La intoxicación del organismo puede generar a su vez la acidificación del cuerpo y provocar todo tipo de trastornos a largo plazo.
Estrategias para una digestión óptima
Para evitar estos diferentes síntomas relacionados con una digestión laboriosa, basta con respetar la fisiología digestiva:
- En el marco de un plan nutricional, es importante tener en cuenta los asociaciones alimentarias compatibles e incompatibles. Es necesario evitar consumir frutas acuosas ácidas como los cítricos (naranja, limón, pomelo, mandarina, etc.) pero también todas las frutas acuosas semiácidas como la manzana, la pera, la cereza, el albaricoque, etc., en una comida donde se hayan consumido féculas o cereales, ya que esto dificultará su digestión y será la causa de gases e hinchazón.
- No beber grandes cantidades de agua durante una comida para evitar diluir en exceso los jugos digestivos y obstaculizar el proceso digestivo.
- No beber jugo de frutas, jarabe, refrescos, durante una comida.
- Deja pasar un mínimo de 4 horas después de una comida antes de comer cualquier cosa, incluso un cuadrado de chocolate o una galleta.
- Dejar pasar 2 horas después de una comida antes de beber incluso agua, excepto en el caso de una sed urgente e intensa. En este caso excepcional, se beberá solo un poco de agua, tomada sorbo a sorbo.
- Algunas personas tienden a consumir demasiados cereales, féculas o almidón, o a picar constantemente estos alimentos como colación, lo que puede llevar a la hemogliasia (sangre espesa) así como al exceso de peso o la obesidad. Esto también puede favorecer la producción muy elevada de ácidos grasos saturados, lo que conduce a la aterosclerosis. Estos excesos alimentarios pueden además acidificar el organismo.
Bastará con moderar y reducir su consumo de estos alimentos.
Se puede precisar aquí que se recomienda asociar los carbohidratos con proteínas en la misma comida, aunque algunas personas afirman que esta es una combinación alimentaria incompatible y entre los errores frecuentes.
El aporte de proteínas contribuirá a favorecer la sensación de saciedad.
Además, la presencia de azúcar contribuye a una mejor asimilación de los aminoácidos provenientes de las proteínas animales, en particular.
Dietas vegetarianas y veganas: las trampas a evitar
Diferentes personas van a consumir demasiadas oleaginosas con el fin de asegurar su necesidad de aminoácidos, lo que podría ser la causa de un agotamiento hepático (mal aliento, heces descoloridas, piel amarilla, náuseas, pérdida de apetito...).
- El consumo excesivo de féculas o cereales asociados con legumbres favorece los trastornos digestivos. Este exceso afecta particularmente a las personas que, mediante esta práctica, esperan asegurar un buen aporte de todos los aminoácidos esenciales.
- Algunos seguidores de la dieta "macrobiótica" pueden alterar su salud en ciertos casos. La alimentación macrobiótica pone esencialmente el énfasis en los cereales integrales, las frutas y las verduras poco procesadas. Se encuentran diferentes "variantes" de esta dieta.
Así, algunos "macrobióticos" consumen un 70 % de cereales y un 30 % de verduras, con una ingesta importante de frituras a veces. Esta práctica es perjudicial para el hígado y se encuentra entre los errores alimentarios que no se deben cometer.
Es conveniente reducir el consumo de cereales y aumentar un poco el consumo de verduras crudas y cocidas, al mismo tiempo que se limita el consumo de frituras y otros productos grasos.
- A veces se puede encontrar a personas que consumen demasiadas frutas acuosas (nutrientes + agua + ácidos, como los cítricos, pero también manzanas, peras, cerezas, albaricoques, etc.). En este caso, se puede observar una pérdida de vitalidad, de peso, de la sexualidad, pero también anemia, sequedad de la piel y su envejecimiento prematuro, una desmineralización profunda del organismo, etc.
Así, en algunos casos, no es la dieta vegana, vegetariana o crudívora la que debe ser cuestionada en términos absolutos, sino la manera en que se lleva a cabo con prácticas poco recomendables. Por ejemplo, algunos consumen grandes cantidades de cítricos cada día o beben un litro o más de estos frutos diariamente.
Es relevante reducir el consumo de frutas acuosas ácidas y semiácidas, adaptándolo a la capacidad personal de oxidar estos alimentos. Las personas delgadas y con baja vitalidad (sensibles al frío, al calor y al esfuerzo) se beneficiarían de consumir pocas frutas acuosas ácidas o semiácidas.
Las deficiencias nutricionales comunes y cómo evitarlas
Entre los diferentes regímenes mencionados en este artículo, algunas personas que los siguen no consumen suficientes oleaginosas o aceite vegetal. De hecho, algunos vegetarianos o veganos (pero no todos) consideran que los frutos secos (nueces, avellanas, etc.) no constituyen la alimentación natural del ser humano y, por lo tanto, no los consumen o lo hacen muy poco.
Además, algunos de ellos no consumen aceite embotellado, ya que consideran que es antinatural, dado que ha requerido la intervención del hombre para obtener el producto transformado.
Una falta de ácidos grasos importantes como los Omega 3 o 6 tendrá numerosas consecuencias: trastornos cognitivos, del estado de ánimo, de la memoria, problemas cardiovasculares, etc.
Al consumir en cada comida una cucharada de aceite rico en omega 3 o 6 (el aceite de cáñamo, el aceite de linaza...) de primera presión en frío y de origen biológico, entre otros, permitirán remediar estas carencias.
Aunque el reino vegetal es rico en proteínas, diferentes crudívoros, vegetarianos, veganos o vegetarianos pueden tener deficiencias de aminoácidos debido a una incapacidad digestiva para extraerlos de las plantas.
Algunos crudívoros, vegetarianos, veganos o veganos (pero no todos) afirman que tienen hambre constantemente durante el día, aunque sienten que comen una buena cantidad de alimentos crudos, así como carbohidratos en forma de plátanos o papas, por ejemplo.
Cuando la saciedad no se alcanza de manera regular, esto corresponde a una "deficiencia" a nivel sanguíneo o intracelular.
Este déficit puede afectar la glucosa, los aminoácidos u otras moléculas que el organismo necesita.
Esta deficiencia puede resultar de una incapacidad del organismo para digerir correctamente el bolo alimenticio debido a trastornos digestivos o a un desequilibrio de la flora intestinal, o a una deficiencia de enzimas digestivas.
En otros casos, esto puede ser el resultado de una hipoglucemia reactiva, debido a una resistencia a la insulina o al consumo excesivo de azúcares con un índice glucémico alto que provoca un aumento repentino de glucosa en la sangre. Este último será inevitablemente seguido de una hipoglucemia llamada "reactiva" y del deseo de comer nuevamente.
La solución es reducir su consumo de vegetales al menos momentáneamente y proceder a un "ajuste alimentario individualizado" con la ayuda, eventualmente, de un profesional de la salud, con el fin de eliminar todas las causas que puedan favorecer una digestión imperfecta y, por el contrario, aumentar su capacidad digestiva.
La deficiencia de vitamina D de origen animal o vegetal, por diferentes razones.
La vitamina D es una vitamina liposoluble (soluble en grasas o lípidos). En los humanos, la vitamina D se forma a partir de un derivado del colesterol bajo la acción de los rayos UVB del sol (D-colecalciferol) y también como resultado de la absorción de alimentos precursores en vitamina D, que el hígado y los riñones permiten transformar en vitamina D activa (D-ergocalciferol).
Con la edad (más o menos a partir de los 65 años), la carencia nutricional, los diversos contaminantes alimentarios y también atmosféricos, el uso de protector solar, etc., la síntesis de vitamina D por el organismo disminuye poco a poco.
La vitamina D es objeto de investigaciones científicas muy importantes.
Más allá de su conocida función contra la descalcificación y el raquitismo, se ha descubierto que la vitamina D, cuando está presente en cantidad suficiente en la sangre, contribuye a una menor incidencia de cánceres, infartos, fracturas, dolores articulares, infecciones, depresiones e incluso demencia, etc. (Ver el libro: Vitamina D, modo de empleo de Brigitte Houssin en las ediciones Thierry Souccar).
Una suplementación con vitamina D es relevante durante los períodos fríos, aproximadamente de octubre a mayo, en el hemisferio norte. Es preferible elegir una vitamina D derivada del liquen por su aporte en vitamina D3 y no de la grasa de oveja, que a menudo está cargada de tóxicos absorbidos por la oveja, como productos fitosanitarios.
Conclusión
En resumen, cambiar de alimentación requiere más que una simple modificación de lo que ponemos en nuestro plato. Se trata de una transformación completa del estilo de vida que también debe integrar la actividad física y la creación de nuevos hábitos. Para tener éxito, es crucial evitar recaer en malos hábitos alimenticios y buscar un equilibrio que pueda mantenerse a largo plazo para una alimentación variada y saludable. Adoptar una nueva alimentación no es solo una cuestión de elecciones alimentarias, sino también de perseverancia y adaptación a un nuevo conjunto de rutinas diarias.